La plata es uno de los materiales más valorados en la joyería elaborada con abalorios, como los que presenta en su catálogo la tienda Chic and Click, ideal para comprar abalorios online.
Además del metal de ley, una de las variantes más frecuentes de la plata en los abalorios es la denominada plata tibetana. Bajo esta categoría se conoce una aleación de metales que, como su nombre indica, encuentra su origen histórico en la montañosa región asiática del Tibet y que por lo general se caracteriza por su aspecto de plata envejecida, identificada por los tonos más oscuros y en ocasiones broncíneos, si bien puede aparecer asimismo bruñida para obtener resultados más brillantes, a imitación de la plata de ley. Dentro de su composición, la plata, como elemento, se halla en un porcentaje que oscila entre el 30 % y el 40 %, combinado con otros elementos químicos y metales como el cobre y el zinc. No obstante, de la aleación original se ha ido reduciendo paulatinamente la proporción de plata empleada y, en paralelo, de níquel y plomo. El objetivo de esta tendencia no es otro que el de, por un lado, abaratar el precio en el mercado de la plata tibetana, de por sí asequible y por ello muy apreciada como sustitutivo de la plata de ley, más noble pero mucho más costosa. Y por otro, con la eliminación del níquel y el plomo, se busca conseguir que la joyería y las piezas ornamentales de plata tibetana sean hipoalergénicas. Es decir, que no desencadenen posibles reacciones alérgicas en el usuario debido al contacto de la aleación con la piel. Del mismo modo, a causa de su menor pureza, la plata tibetana sufre un envejecimiento más rápido y pronunciado que la plata de ley. El contacto con el agua redunda en este envejecimiento debido a la naturaleza de la alineación. Sin embargo, el roce sí que puede afectar al pulido de la cara exterior de la pieza, reduciendo su brillo, pero en modo alguno tiene como consecuencia la hipotética variación en el color de la superficie, que ha de mantenerse constante.
Otra de las variantes de la plata presentes en la joyería y los abalorios es la conocida como plata bali o plata indica, que se refiere a tres posibles circunstancias. La primera de ellas alude a una aleación de plata, denominado plata baja, que no alcanza los 800 gramos de plata por cada 1.000 gramos de aleación. Su cantidad, en cambio, acostumbra a oscilar entre los 300 y 700 gramos, en función de la casa fabricante. Por otro lado, también de denomina plata bali o plata india a una serie de motivos y diseños tradicionales de esta paradisíaca isla del océano Índico que, para ser correctos, deben recibir el nombre de estilo bali. Y es que, dentro de este estilo bali, pueden aparecer aleaciones de todo tipo de calidad, incluso de plata de ley de 925. En un tercer caso, la plata bali puede hacer mención a las joyas facturadas originalmente desde esta isla de Bali o en la India, respeten el estilo tradicional antes citado o no.
Por su parte, la plata alemana, traducción literal de la voz inglesa German silver y también conocida sobre todo en Sudamérica como alpaca (además de albata, argentan, electrum, plata-níquel, tutenag o cobre blanco), es una aleación que, a pesar de su nombre, ni es plata ni la contiene entre sus elementos, puesto que se fabrica con una aleación de cobre, zinc y níquel. Destaca por una blancura muy semejante a la de la plata -de ahí su empleo en joyería y abalorios-, y su gran inalterabilidad y resistencia a la pérdida de brillo.
Por último, ya centrándonos en la lujosa y exclusiva plata de ley, esta acepción, “de ley”, es en realidad una unidad de medida. Su cometido consiste en definir la pureza de la plata, puesto que todas las joyas de este metal son, en sentido estricto, aleaciones, que son las que le confieren ductilidad y resistencia a la plata para ser moldeada y vestida. La ley, acompañada de un número, expresa la cantidad de gramos de plata por 1.000 gramos de aleación que contiene la joya y que va desde un máximo de 999 –la plata fina- hasta un mínimo de 800, pasando por las más habituales platas de ley de 950 y de 925, de acuerdo con lo estipulado por la Ley 17/1985 de España sobre los Objetos Fabricados con Metales Preciosos, que es la responsable de determinar la cota mínima de plata que debe tener la joya para recibir el calificativo de hecha en plata de ley. De este modo, una alhaja que muestre la inscripción 925 en su superficie indica que, en la aleación que la compone, se encuentran 225 miligramos de plata por cada 1.000 miligramos.