Hace poco me casé con mi ahora marido en su ciudad y decidimos hacer diferente en cuanto a los regalos o detalles que se dan en las bodas, y es que normalmente todos estamos acostumbrados a quienes se casan sean los que reciben los regalos, pero también es de agradecer que los invitados asistan, ya que en el fondo es un gran marrón, por decirlo en lenguaje coloquial, que a muchos les estropea el mes. Hay que tener en cuenta que un invitado que va a la boda no solamente pone el dinero del regalo, sino que paga vestido, zapatos, bolso, peluquería, desplazamiento y alojamiento si es lejos… Es por eso que nosotros quisimos hacerlo al revés, darle las gracias a nuestros invitados, y para ello contratamos a unos fotógrafos de bodas en Zaragoza, donde nos casamos, y les pedimos a los profesionales de este estudio, Lovely Photo, que se preocupasen de que tuviésemos una imagen con cada uno de los invitados. Así, una vez acabada la ceremonia y a los días de la vuelta del viaje de la luna de miel, enmarcamos cada una de esas imágenes y fuimos por las casas de nuestros amigos y seres queridos repartiéndolas. Se quedaron sorprendidos y se sintieron muy especiales, ya que no había ninguna foto repetida y todas estaban personalizadas.
Hay muchas más formas de hacer sentir un trato así de especial a vuestros invitados, y seguro que en cualquier feria del sector de las que tenemos todos los años os encontráis con muchas ideas para regalar en este sentido, pero nosotros vamos a daros alguna más.
Una forma muy sencilla de hacer que esos regalos sean personalizados se basa simplemente en etiquetarlos. A lo largo de las bodas se suelen repartir detalles como puros, cigarrillos, tarros de mermelada, ahora manoletinas (muy de moda y agradecidas por las mujeres que acaban con los pies destrozados a causa de los tacones), etc. Pero todo esto sería muchísimo más especial si directamente cogiésemos cada uno de los regalos y con la lista de invitados en la mano les fuésemos poniendo una pequeña etiqueta con el nombre de cada uno. Incluso nos facilitaría la tarea a la hora de repartir los detalles, ya que sabríamos quién tiene o quién lo ha recibido y a quien todavía no se lo hemos dado. No es por afear, pero siempre hay gente e las bodas que piensa que aquello es un mercadillo y coge de más. Lo recuerdo por la boda de mi mejor amiga, donde en lugar de coger unas manoletinas por personas muchas mujeres se llevaban hasta para sus madres y amigas que ni invitadas estaban.
Otra de las ideas es comprar diferentes regalos pero de un mismo tipo y que así nadie tenga el suyo repetido. Por ejemplo, si damos un pequeño frasquito de colonia a cada una de las invitadas, que no sea la misma fragancia para todas, sino que esta cambie. Está claro que es muy difícil acertar con el olor para cada persona y que posiblemente no tengamos capacidad para recordar tantos olores como invitados haya en la ceremonia, pero normalmente este tipo de cosas las suelen arreglar entre ellos mismos en sus propias mesas y cambiándoselos a su gusto.
Una idea más de este tipo es hacer manualidades que lleven el nombre de los invitados y repartirlas entre ellos. Aquí el abanico de opciones es mucho más amplio. Por citar algunas cuantas ideas podemos hacer jaboncitos para el baño con el nombre de agasajado, comprar cepillos de pelo que sean de madera donde poder pintar su nombre con pinturas de colores en relieve, hacer pequeñitos retratos o caricaturas de una familia de invitados que vivan en la misma casa para compartirlo entre ellos…
Hay un sinfín de posibilidades, pero con todas ellas lo que buscamos es que el invitado se sienta especial y agasajado, así como agradecido por haber acudido al enlace. Que no sea un número más o una persona más que nos da dinero para pagar el convite, sino que de verdad sienta que apreciamos su esfuerzo por acudir y su misma presencia.