Cuando a mi mujer se le pone algo entre ceja y ceja es imposible que se le vaya de la cabeza. Llevábamos más de 20 años viviendo en la misma casa y había que proceder a renovar la casa. Sinceramente, si por mi fuera, hubiera aguantado más años. Entendía también que necesitaba un aire nuevo la casa, pero me daba tanta pereza tener que afrontar lo que supone renovar una casa que le puse todas las excusas que pude. Darle largas valió las dos primeras veces, pero a la tercera no hubo forma de escaparse.
Terminé claudicando y al fin de semana siguiente ya estábamos buscando en revistas de decoración muebles. Llevábamos, como decía al principio fuera de la circulación en cuanto a las nuevas tendencias de decoración y también en cuanto a los precios, que ciertamente nos parecieron bastante elevados.
Un compañero de trabajo que también estuvo liado en estos asuntos me aconsejó visitar a Dismobel, que tenía una web. Pues dicho y hecho, ya iba yo en el autobús de regreso a casa mirando y me encantaron los sofás y demás muebles.
Un sofá de color rubí unido a una decoración en color crema me encantó. No es que sea la combinación más habitual, pero no pude resistirme, sobre todo porque a mi mujer le encantan los rubíes. Cuando llegué a casa le enseñé lo que vi y le maravilló incluso más que a mí.
Al día siguiente nos pusimos en contacto con Dismobel y nos pasamos por una de sus tiendas. La verdad es que nos encantó la profesionalidad y simpatía de sus trabajadores, que nos lo pusieron muy bien para poder encontrar lo que queríamos.
Al final terminamos eligiendo el sofá color rubí soñado. Somos una pareja que adora el cine y nada más verle me imaginé teniendo tranquilas veladas se manta sofá y buen cine. En el resto de la casa, optamos por una mezcla entre el clasicismo que nos gusta y la modernidad de los profesionales de Dismobel que nos aconsejaron sobre las últimas tendencias y cuales se podían adaptar más a nuestros gustos.
Yo realmente no soy mucho de seguir las tendencias, porque me parecen muchas extravagancias, pero la verdad es que supieron captar lo que buscábamos y creo que han acertado.
Un regalo que fue un acierto
Quería dar a mi mujer una sorpresa y quería que fueran esos rubíes que tanto le han gustado siempre. Al poco tiempo de casarnos le compré unos, pero en un viaje que hicimos a Andorra no sabemos muy bien que se pasó que se perdió la cajita donde las llevaba en el bolso. Eso fue ya hace muchos años y se bien que se moría de ganas por volver a tener unos bonitos rubíes.
Me tocó recorrer varias joyerías, pero finalmente encontré una donde había un colgante y unos pendientes realmente bonitos. Decidí tomar un dinero que tenía ahorrado en una cuenta personal y que mantengo desde que era soltero y lo compré.
Esperé a que estuvieran ya instalados todos los muebles. Justo cuando celebrábamos con una copita de Cava le di el regalo y pude ver como se le iluminaban los ojos. Las joyas, aunque me gustan, no es que sea una persona que las dé el valor que merecen, pero en estos casos y sabiendo la ilusión que a mi mujer le hacían se me saltaron las lágrimas a mí de emoción también.
Al final, ahí estábamos, con una casa totalmente renovada, la cara de felicidad de ambos, pero sobre todo de mi mujer que me acompañaba. Sabía que era el típico momento que a uno se le queda grabado toda la vida en la mente. Simplemente disfruté de la escena, pues la ocasión lo merecía.
Mi recomendación es que si tienes ganas de dar un aire nuevo a tu casa no tengas reparos si tienes capacidad económica para realizarlo. Parece como si te hubieses comprado una casa nueva. Las joyas también pueden hacer un efecto parecido, pero no en tu casa sino en la persona que las porta.
Uno tiene que ser consciente de que la vida pasa rápido y darnos estas alegrías cuando uno puede hacerlo es saborear la vida. ¡No pierdas la oportunidad de hacerlo!