Vale, vamos a decirlo claro desde el principio: vivimos estresadísimos. Y no es ninguna exageración. La presión constante, los ritmos de vida imposibles, el trabajo, la salud, las preocupaciones… Todo suma. Y aunque a veces parece que no hay escapatoria, lo cierto es que sí hay formas de aliviarlo, de soltar el nudo del pecho y volver a sentirnos en paz. Una de esas formas tiene nombre propio: pilates.
Puede que hayas oído hablar de él como “ese ejercicio suave que hace la gente mayor” o como una especie de yoga más moderno, pero lo cierto es que el pilates es mucho más que eso: es una disciplina con cuerpo, mente y alma. Y para quien vive al límite de su ansiedad, puede convertirse en una auténtica medicina natural.
A continuación, vamos a descubrir por qué se ha ganado el título de “cura contra el estrés”, cómo funciona, qué tiene de especial y cómo puede cambiar tu día a día si decides darle una oportunidad.
¿Qué es exactamente el pilates?
El pilates fue creado por Joseph Hubertus Pilates a principios del siglo XX como un sistema de entrenamiento físico y mental. Su idea era lograr un equilibrio perfecto entre fuerza, control, respiración y concentración, que no se tratara de levantar pesas ni de hacer cardio hasta sudar litros, sino de fortalecer el cuerpo desde el centro, trabajando lo que él llamaba “el core” (sí, el abdomen, pero también la espalda baja, los glúteos y el suelo pélvico).
De esta forma, podemos observar que los ejercicios de pilates se pueden hacer tanto en suelo, como con máquinas específicas como el reformer, el cadillac o la silla; sin embargo, no hace falta invertir en máquinas para beneficiarte de sus efectos. Con una esterilla y ropa cómoda, ya puedes empezar a sentir sus resultados.
Bueno, y ¿A quién va dirigido? A todo el mundo: Una de las grandes maravillas del pilates es que se adapta a cualquier etapa vital: no importa si tienes 20 años o 60, si eres madre reciente, estás en la menopausia, trabajas sentado todo el día o tienes una lesión antigua; siempre habrá una versión para ti. Existen clases suaves, clases para embarazadas, para personas con problemas de espalda, para principiantes totales, para niveles avanzados… Puedes empezar desde cero sin miedo, y avanzar poco a poco sin presiones.
¿Por qué decimos que el pilates actúa como una cura directa contra el estrés?
Pues porque tiene todos los ingredientes que el cuerpo y la mente necesitan para salir del bucle del agobio:
- Respiración consciente.
Uno de los pilares del pilates es la respiración profunda, consciente y controlada. Respirar bien es lo primero que olvidamos cuando estamos estresados: vamos a toda velocidad, respirando mal, rápido, superficial. Eso hace que el cuerpo piense que está en peligro constante, activando el famoso modo “alerta”.
Por esa misma razón, en pilates cada movimiento va coordinado con la respiración: aprender a inhalar por la nariz y exhalar por la boca de forma rítmica hace que el sistema nervioso se calme. Literalmente. La frecuencia cardíaca se estabiliza, se reduce el cortisol (la hormona del estrés) y la mente se centra en el “aquí y ahora”.
- Movimiento suave pero profundo.
El pilates trabaja de forma controlada, fluida y muy consciente, por lo que sus movimientos no son bruscos ni agresivos. Todo es suave, pero requiere concentración, lo cual es la clave para salir del piloto automático. Mientras haces una clase, no estás pensando en la lista de la compra ni en los problemas del trabajo ¡Estás presente! Estás en tu cuerpo, y eso, es terapéutico.
- Liberación de tensión muscular.
El estrés no solo vive en la cabeza, también se instala en el cuerpo.
Los hombros encogidos, la mandíbula apretada, el cuello tenso, la espalda cargada… Todo eso es estrés físico. El pilates trabaja justo esas zonas donde más lo acumulamos, con estiramientos suaves, fortalecimiento postural y conciencia corporal.
A medida que fortaleces tu espalda, alargas tu columna y desbloqueas la pelvis, tu cuerpo empieza a “soltar”. Lo notas desde la primera clase. Sales más ligero, más flexible, como si hubieras liberado un peso invisible.
- Mejora del sueño y la digestión.
Cuando reduces el estrés, duermes mejor, y cuando respiras mejor, te mueves mejor y liberas tensiones, así que por ende también mejora tu sistema digestivo. Además, si eres de los que somatiza todo (dolores de estómago, nudo en la garganta, insomnio por ansiedad…), el pilates te puede venir genial. Es como decirle al cuerpo: “tranquilo, ya está todo bien”.
Otra razón por la que el pilates funciona tan bien contra el estrés es porque te obliga a parar y dedicarte un tiempo a ti. Es un acto de amor propio, no se centra tan solo en hacer ejercicio: es cuidarte, mimarte, escucharte. Y cuando empiezas a tratarte con cariño, la ansiedad se va desinflando poquito a poco.
Además, a diferencia de otros entrenamientos, no te deja agotado, ni hecho polvo: sales renovado. Además, no necesitas ser súper flexible ni estar en forma, ya que se adapta a ti, y no al revés. Por eso es ideal si llevas tiempo sin moverte o si vienes de una etapa de mucho cansancio mental.
Qué beneficios puedes notar, y en cuánto tiempo.
Joseph Pilates decía: “En 10 sesiones notarás la diferencia, en 20 verás la diferencia y en 30 tendrás un cuerpo nuevo”. Y no iba desencaminado. Aunque cada persona es un mundo, muchas notan mejoras desde las primeras semanas:
- Menos dolores de espalda y cuello.
- Más calma mental.
- Mayor calidad del sueño.
- Postura más erguida y elegante.
- Respiración más profunda.
- Sensación de ligereza en el cuerpo.
- Aumento de autoestima y confianza.
- Menos ansiedad y estrés.
Además, eso no es todo: según los datos que nos proporciona la Clínica Rafael Guerra, este método también está muy recomendado para recuperar las lesiones y prevenirlas, así que además de reducir el estrés, también ayuda a deportistas y a personas que han sufrido lesiones o quieres prevenirlas durante el entrenamiento.
¿Pilates en casa o en estudio?
Las dos opciones son válidas y tienen sus ventajas:
- En una academia: si puedes permitirte ir a clases presenciales, te beneficiarás del acompañamiento de un/a profesional que te corrija posturas y te ayude a avanzar. Además, el simple hecho de salir de casa y dedicarte ese rato ya tiene un efecto relajante.
- En casa: perfecto si tienes poco tiempo o prefieres intimidad. Hay clases online, apps y vídeos en YouTube que te guían paso a paso. Eso sí, recuerda que es importante ir poco a poco, sin forzar.
EL ejercicio más famoso de pilates para calmar la ansiedad.
Si tienes un día de esos en los que el cuerpo te pide explotar y el estrés está a tope, prueba este ejercicio clásico de pilates. Se llama «Rolling like a ball» (rodando como una bola) y es tan divertido como práctico:
- Siéntate en el suelo con las rodillas recogidas hacia el pecho, los pies despegados del suelo y los brazos abrazando las piernas.
- Activa tu abdomen y redondea la espalda como si fueras una pelota.
- Inhala, y al exhalar, deja que tu cuerpo ruede hacia atrás (hasta los omóplatos).
- Inhala para volver a subir rodando hasta la posición inicial.
Repite 6 o 7 veces. Este movimiento estimula la columna, y lo mejor: da una sensación de juego y libertad que ayuda muchísimo a liberar tensión.
El lado emocional del pilates.
El pilates no es solo físico: trabaja en lo más profundo de ti. Muchas personas encuentran en él un refugio emocional, una forma de reconectar con su cuerpo después de haberlo ignorado, odiado o exigido demasiado.
Cuando estás estresado, es muy fácil desconectarte de ti mismo. Vivir en piloto automático, sin sentirte presente. EN este contexto, el pilates te devuelve a tu centro, a tu equilibrio: a tu casa.
¿Cuántas veces por semana se recomienda?
No hay una norma estricta, pero lo ideal para notar beneficios reales es practicar 2 o 3 veces por semana. Eso sí, con constancia. Es mejor hacer 2 sesiones semanales durante meses que hacerlo cada día durante una semana y luego abandonarlo. Sin embargo, si solo puedes una vez por semana, también sirve, pero intenta mantener esa rutina. Con el tiempo, tu cuerpo te lo va a pedir solito.
EL debate final: ¿Pilates o yoga?
Otra gran pregunta. Ambas disciplinas ayudan al estrés, y cada una tiene su estilo:
- El yoga se enfoca más en la parte espiritual y energética, aunque también fortalece el cuerpo.
- El pilates es más técnico, más centrado en el movimiento funcional y en la conexión músculo-mente.
¿Lo mejor? Probar ambos y ver cuál encaja mejor contigo, e incluso combinarlos. Sin embargo, si buscas un antídoto eficaz contra la ansiedad, puede que el pilates sea una opción que merece la pena explorar.
¿Estás listo para probarlo? No necesitas más que una esterilla, ropa cómoda y un ratito para ti. Empieza con una clase suave, sin exigencias, muévete con cariño, y deja que el pilates te haga el favor de bajar el volumen del mundo durante un rato. Porque a veces, la mejor cura para el estrés no está en un medicamento, sino en un simple movimiento bien hecho ¡Y el pilates lo sabe!