Los ojos de gallo en el pie son molestos

El heloma de Molle, callo interdigital o callo blando, comúnmente llamado ojo de gallo es una afección molesta que suele aparecer entre el cuarto y el quinto dedo. Si duele es aconsejable ir al podólogo para que examine y nos dé el tratamiento a medida de nuestra afección.

Se trata de un trastorno que suele estar originado por el roce entre los propios dedos, por el uso de calzado estrecho o por desviaciones en algún dedo.

Son más blandos que un callo típico, también son blancos o amarillentos y suelen tener un núcleo enrojecido. El ojo de gallo en lugar de encontrarse encima de los dedos o en el lateral del pie, se encuentra entre los dedos.

«Es importante no confundir este tipo de callosidades con otras afecciones podológicas como son los papilomas o verrugas plantares, que son infecciones víricas», informa el Periódico de España.

Los profesionales de Clínica ICOA explican los síntomas de esta afección:

-Dolores o molestias, dependiendo de la zona y la profundidad.

-Los ojos de gallo tienen una forma redondeada.

-Suelen estar cubiertos de células muertas y descamadas de color amarillento.

¿Cuáles son las causas?

Las causas son diversas y cada una debe tener su tratamiento. ¡Sigue leyendo!

Estar mucho tiempo de pie: Determinados trabajos o malas posturas hacen que estemos demasiado tiempo de pie, por lo que pude aparecer estos problemas en los pies.

Zapatos demasiado estrechos: Los zapatos o zapatillas que oprimen las puntas de los pies provocan un mayor roce y fricción. También es importante ponerse los calcetines correctamente, ya que actúan como barrera protectora entre la piel y el calzado.

Forma incorrecta de la pisada: Otra causa es la forma incorrecta de pisar.

Otras patologías: Los pies con juanetes, dedos en garra, mazo o martillo son propensos a sufrir los ojos de gallo.

Falta de hidratación: Los pies deben hidratarse a diario, ya que la falta de hidratación hace que salgan bacterias y esta patología.

¿Cuáles son los tratamientos?

Los tratamientos para el ojo de gallo en el pie son los siguientes:

Exfoliaciones

Si el dolor es tan intenso que impide el uso de calzado o caminar correctamente, es necesario acudir a un podólogo para que realice una exfoliación especial para tratar este tipo de patología. Este profesional
ablanda el ojo de gallo, exfolia y luego coloca una sustancia antibacteriana.

Para ello, usa el material adecuado, como hojas de bisturí que eliminan la acumulación de queratosis. Es necesario revisar el pie al cabo de los meses porque esta afección puede volver entre dos y tres veces al año.

Tiritas

En casos leves puedes usar tiritas o apósitos especiales, pero es una solución temporal, ya que lo ideal es ir al podólogo para tratar este problema.

Buenos hábitos

Para evitar que surjan estos problemas en los pies, apuesta por una buena higiene y prevención. Todos los días debes limpiar e hidratar los pies, pero también llevar un calzado cómodo que se adapte adecuadamente al pie y unos calcetines transpirables.

Es muy importante usar apósitos especiales para ojos de gallo como protectores separadores, almohadillas amortiguadoras o plantillas protectoras, que absorben los roces del calzado y protegen la piel.

Cirugía

En los casos más extremos, la causa del ojo de gallo es la prominencia del hueso, que deberá ser eliminada con cirugía. Es una operación sencilla y la recuperación total suele producirse en torno a tres semanas y no necesita rehabilitación.

Consejos para prevenir los ojos de gallo

Si no quieres padecer esta afección sigue las siguientes recomendaciones:

Usa un calzado amplio: Es mejor llevar zapatos de hormas más anchas, que te sujeten bien el pie y permitan que transpire.

Calcetines sin costuras: Opta por calcetines que no tengan costuras y asegúrate de que te los pones correctamente sin arrugas.

Evita forzar la presión sobre el antepié: A la hora de caminar intenta evitar la presión excesiva en la parte anterior del pie.

No pases demasiado tiempo de pie sin moverte: Intenta dar breves paseos cada cierto tiempo.

Usa apósitos específicos para ojos de gallo y plantillas de protección: Si utilizas esos apósitos evitarás que el calzado ejerza presión sobre la piel.

Hidrata los pies: Lávalos con jabón y, después de secarlos bien, hidrátalos con una crema o loción. De esta manera, conseguirás suavizar las zonas de roce.

Cremas exfoliantes: Los podólogos aconsejan usar cremas exfoliantes o una piedra pómez.

Peso saludable: La obesidad altera la distribución de la carga sobre las distintas zonas del pie.

Acude regularmente a la consulta del podólogo: El especialista puede tratarte los ojos de gallo y realizar un estudio biomecánico de tu pisada.

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