Los muebles de exterior, terraza y jardín, como cualquier otro tipo de mobiliario, deben escogerse atendiendo a unos criterios concretos para facilitar su mejor adaptación al espacio disponible en el hogar y a las necesidades del usuario. La primera cuestión que surge con el mobiliario de exterior se refiere a la elección del material del que estarán compuestos, puesto que éste ha de ser resistente a la acción del calor, la lluvia, el viento, etcétera.
El material más popular es la madera. En cualquiera de sus múltiples variantes, conviene que la madera de los muebles de exterior goce de un tratamiento químico previo que facilite su conservación a la intemperie, si bien, en cualquier caso, exigirán posteriormente un mantenimiento constante. Su elegancia natural y atemporal hace que combinen a la perfección con decoraciones de estilo rústico y clásico. El aluminio y el acero son otros de los componentes más tradicionales del mercado del mobiliario exterior. Ofrecen una gran durabilidad y resistencia, siempre que tengan tratamientos antioxido, sobre todo si el domicilio se encuentra en las proximidades del mar. Su versatilidad permite una amplia gama de productos, desde sillas hasta mesas, pasando por hamacas. Las resinas sintéticas son también un material muy común, apreciado por su encomiable resistencia al impacto de la meteorología adversa. Su mantenimiento es muy sencillo y sus características hacen que constituya una buena base para desarrollar todo tipo de estilos decorativos, como garantizan sus innumerables formas y colores. A la vez clásico e innovador es el mueble de rattán sintético, privilegiado por su gran resistencia y capacidad de adaptación. De composición netamente química que lo hace fácil de limpiar y elimina problemas de mantenimiento, el rattán sintético imita los trenzados similares al mimbre que originalmente se elaboraban con esta especie de planta trepadora procedente del sureste asiático e Indonesia, conocido por la longitud y flexibilidad de sus fibras.
Por supuesto, el estilo decorativo del especio constituye un factor decisivo a la hora de decantarse por uno u otro material. Estilo clásico, rústico, moderno, minimalista, ecléctico,… cada uno posee una lista de formas y colores adaptado a su línea. El tono de las paredes, el porche o el efecto que provoca el conjunto del jardín o la terraza, con su combinación de elementos vegetales, entrará dentro de estas mismas consideraciones. Hasta la presencia de las estaciones puede incidir en la elección. Por otro lado, tomar conciencia del espacio disponible en la terraza o el jardín ayuda a componer la decoración del área en cuestión. No es aconsejable sobrecargar de muebles un espacio escueto y concentrarse en disponer aquellos que realmente son necesarios y acordes a la armonía estética del lugar. De forma paralela, el presupuesto tendrá la última palabra en el tema de los materiales, la cantidad de piezas a comprar y su calidad.
CUIDADOS
Como decíamos en párrafos anteriores, los muebles de exterior requieren cuidados especiales por los daños que producen los elementos. Limpiarlas regularmente con un cepillo y agua con jabón suele ser suficiente para cuidar las maderas más resistentes, que son las de origen exótico. También se les puede aplicar una capa de aceite protector o de renovador del color correspondiente a su tonalidad natural. Una lima fina es un buen remedio para pulir las asperezas. Las fibras naturales –rattán, mimbre, bambú- se tienen que limpiar también con cuidado, con un cepillo suave o un paño humedecido con agua y jabón. Respecto a los muebles de aluminio, acero y forja, urge aplicar una capa de pintura o barniz antioxidante cada dos o tres años. Pero si el óxido ya ha hecho su efecto sobre el mueble, corresponde entonces raspar su huella con una lija o un cepillo de alambre. En lo siguiente, antes de aplicar la capa de antioxidante, se debe lavar y secar bien la superficie para eliminar el polvo.
Otra cosa son las piezas de textil o los toldos y lonas. Por lo general, las manchas de colchones, fundas y cojines se pueden lavar a máquina, puesto que usualmente son elementos desenfundables. En el caso contrario, el primer paso es aspirar todos los restos materiales que puedan albergar en la superficie y después aplicar un producto de limpieza en seco. En colores claros, se puede probar con una solución de agua oxigenada y agua al 50% o una mezcla de jugo de limón, bicarbonato y almidón, con la precaución de realizar un test previo en un retazo de una zona menos visible.