Cada vez son más las personas que sienten los síntomas del estrés en mayor o menor grado, una enfermedad tan extendida que hemos normalizado su aparición y su convivencia con nosotros y nuestro cuerpo. Sin embargo, aunque queramos restar importancia a su padecimiento, lo cierto es que es una patología peligrosa y que debemos ponerle remedio lo antes posible. La mejor terapia para su curación es salir del entorno que la provoca y alejarnos todo lo posible, es por esto que si queremos asegurarnos de que el estrés desaparece durante algún tiempo, lo mejor que podemos hacer para conseguirlo es viajar.
El estrés es la respuesta automática y natural de nuestro cuerpo en forma de agitación y nerviosismo ante ciertas situaciones o circunstancias que nos resultan amenazadoras, desafiantes o turbadoras. Nuestra vida y nuestro entorno, nuestro trabajo o nuestra vida sentimental, en constante cambio, nos exigen superaciones y constantes adaptaciones, por lo que solemos percibir el estrés como un impulso para la autosuperación y la adaptación necesario para el progreso. Sin embargo, el estrés comienza a aparecer cuando cruzamos la línea entre la activación mental y física para la adaptación y la superación de las adversidades y traspasamos el umbral de los nervios, la tensión e incluso la ansiedad.
Los eventos o situaciones que nos generan estrés no siempre resultan notorios, intensos o prolongados, sino que son acumulativos y sus efectos sobre nuestra mente y nuestro cuerpo comienzan a almacenarse en forma de diferentes síntomas hasta que llegamos a un límite en el que nos sentimos enfermos porque nuestro cuerpo reacciona y nos pide que dejemos aquello que nos ha llevado esta situación. Los expertos de la Universidad de Granada advierten en este aspecto que “la manera en que interpretamos y pensamos acerca de lo que nos ocurre afecta a nuestra perspectiva y experiencia de estrés. De tal manera que con frecuencia es nuestra interpretación lo que genera (o potencia) una reacción negativa de estrés, más que el evento o situación a la que nos enfrentamos”. Es decir, que muchas veces situaciones o circunstancias rutinarias o habituales son para nosotros, por circunstancias personales, eventos que no sabemos manejar adecuadamente y que nos superan mental y físicamente, llevándonos a creer que no seremos capaces e afrontarlo y por tanto, que nuestra mente nos juegue una mala pasada y bloquee nuestra capacidad de respuesta y de resolución de conflictos. “En general tendemos a creer que el estrés es consecuencia de circunstancias externas a nosotros, cuando en realidad entendemos que es un proceso de interacción entre los eventos del entorno y nuestras respuestas cognitivas, emocionales y físicas.”, añaden los estudiosos granadinos. Cuando este tipo de respuestas o mejor dicho, de bloqueo mental y físico, se prolonga o intensifica en el tiempo, nuestra salud, nuestras capacidades académicas, laborales y nuestras relaciones interpersonales o de pareja pueden verse seriamente afectadas por encontrarnos en una situación de aislamiento personal al encontrarnos en un estado de incapacidad para solventar cualquier tipo de interacción.
Mejor prevenir que curar.
La mejor manera de prevenir y hacer frente al estrés es prestar atención a nuestra mente, que nos avisa cuando nuestro cuerpo empieza a padecer los síntomas del estrés, reconocerlos y pensar cuál o cuáles son las situaciones o eventos que aumentan nuestros niveles de tensión. Algunos de los síntomas más comunes son, según los doctores de la compañía Sanitas: ansiedad, irritabilidad, miedo, fluctuación del ánimo, confusión o turbación, excesiva autocrítica, dificultad para concentrarse y tomar decisiones, olvidos, preocupación por el futuro, pensamientos repetitivos, excesivo temor al fracaso, entre otros.
“El estrés se puede manifestar de diferentes formas, en función del tipo de estrés que se sufra o de la fase en que se encuentra cada persona. De este modo se intensifican a medida que se agrava y pasa de ser agudo a agudo episódico o crónico, o cuando sobrepasa la fase de alarma y se instala en la de resistencia o agotamiento.”, advierten estos médicos. Por lo tanto, si nuestro estrés no ha llegado a límites en los que nos debamos poner en tratamiento y en manos de médicos y especialistas, una vez hayamos reconocido los primeros síntomas, lo mejor que podemos hacer es salir de ese entorno y viajar aunque sea durante un fin de semana a algún lugar que nos traiga la paz que tanto necesitamos. Es también altamente recomendable que el sitio que escojamos sea algún lugar en el que el trato que recibamos vaya a resultar excelente y el entorno agradable, como es el del Hotel Mercer Boria en Barcelona, unos apartamentos de lujo en pleno barrio del Born donde descansar y al mismo tiempo descubrir una de las zonas más bonitas de la ciudad.
Lo importante es saber que el estrés puede tratarse, especialmente cuando se trata de un estrés agudo esporádico o de un estrés crónico, por lo que es conveniente buscar la ayuda de un especialista o alejarse de las situaciones que atacan a nuestra mente y nuestro cuerpo, viajando el fin de semana o tantos días como encontremos necesario.