Hay modas que vienen y se van y hay otras que llegan para quedarse y, como siempre, todo depende de quién cree estas modas. En este sentido, las joyas dentales son una moda que ha venido, aunque más bien ha vuelto, pero esta vez para quedarse y es que personalidades como Rosalía, Madonna o Kim Kardashian forman parte del creciente número de personas que optan por lucir este tipo de joyería dental que desaconsejan los dentistas.
Así, en la actualidad podemos ver un número creciente de elementos de joyería que decoran las bocas de muchas personas, sin embargo, a lo largo de este post os queremos mostrar cuales son los elementos más usados, así como las contras que nos recuerdan los expertos de Mavident y de los diferentes colegios de dentistas de nuestro país. Y es que, como todo en esta vida, nada es 100% bueno, por lo que además de decorar nuestras bocas, estas joyas nos pueden servir para generarnos algún que otro problema bucal que ahora os mostraremos.
No obstante, como os decimos, también es cierto que las técnicas han ido mejorando y, hoy en día, entre las principales fórmulas para la ornamentación de los dientes se destacan:
- Piercing: a pesar de que esta denominación se emplea también para los brillantes que van pegados al diente, en sentido estricto un piercing es un tipo de ornamento para el que es necesaria una perforación. En el caso de los piercings bucales, dicha perforación se suele ejecutar o bien en la lengua o bien en el frenillo, aunque también existe el gum piercing, que exige perforar la encía.
- Bling bling: es la versión light del piercing en sentido estricto. En estos casos no existe perforación alguna y la pieza ornamental va directamente pegada sobre el diente. Hasta hace unos años la colocación del bling bling exigía un ligero raspado del diente, pero hoy en día el proceso se realiza de manera muy similar al que se emplea para fijar los brackets de las ortodoncias. Esto evita que el esmalte se estropee tanto y además permite que el proceso sea reversible, algo muy importante ya que todas estas modas suelen ser algo pasajero. Dependiendo del tipo de adhesivo aplicado puede durar entre los seis y los doce meses, aunque también serán determinantes en su duración los hábitos de higiene y de alimentación que lleve el usuario.
- Dientes de oro: hasta hace unas cuantas décadas el oro era un material bastante frecuente en las reparaciones de dientes e implantes. No en vano, este mineral no solo se caracteriza por ser maleable y dúctil, sino que además proporciona unas interesantes propiedades mecánicas y no provoca alergias. Los implantes de oro han vuelto a ganar protagonismo en los últimos años y su biocompatibilidad está demostrada. El problema es que, al tratarse de un material tan caro, la mayoría de estos implantes y coronas no alcanzan un 75% de pureza y son aleaciones con otros materiales cuyo desgaste es mucho más rápido que el esmalte natural del diente o los materiales cerámicos como la porcelana o el circonio.
- Grillz: se pusieron de moda entre los cantantes de rap en la década de los 80 y ahora vuelven a marcar tendencia. Los grills son prótesis decorativas que cubren la totalidad de varias piezas dentales con metales preciosos que captan toda la atención del rostro. Fuera del ámbito de los famosos que pueden pagar cantidades desorbitadas por estas fundas de quita y pon, lo normal es que los grills estén fabricados en metales no preciosos que pueden ser causantes de reacciones alérgicas.
¿Tiene algún riesgo para la salud el uso de joyas dentales?
La respuesta es simple y clara, sí, dado que el empleo de joyería dental conlleva algunos riesgos y es importante que los tengamos en cuenta para poder valorar de un modo objetivo si realmente nos compensa priorizar la imagen frente a la salud. En este sentido, entre otros, los riesgos más importantes son:
- La presencia de joyas dentales en los dientes favorece la acumulación de restos de comida y suciedad. Entre los dientes y las joyas existen espacios que apenas son perceptibles pero que resultan un lugar perfecto para la proliferación de bacterias. Estas bacterias son las responsables de un aumento de los ácidos en la boca y a su vez estos ácidos son los que acaban produciendo caries o dañando el tejido gingival además de provocarte mal aliento.
- Cualquier elemento nuevo en la boca requiere de un proceso de adaptación. En el caso de las prótesis, los empastes o las ortodoncias, el estudio pormenorizado de las particularidades de tus encías y maxilares permite tener bajo control todos estos aspectos, pero en el caso de las joyas dentales la respuesta de la boca podría distar mucho de la deseada. Una joya en la boca puede provocar estrés muscular, modificar las características de la mordida e incluso ser la responsable de dolores cervicales o cefaleas debido a problemas con los músculos de la mandíbula y la articulación temporomandibular.
- La afectación de las joyas en los dientes tendrá mayor o menor relevancia en función de la superficie que cubra la pieza ornamental. Cuando las piezas ocupan todo el diente y no se ha llevado a cabo un diseño minucioso lo más habitual es que la joya pase del diente a la encía y acabe generando presión sobre esta. La presión en el tejido gingival puede ocasionar inflamación, enrojecimiento y acumulación de placa bacteriana en la zona. Ninguna de estas circunstancias resulta favorable para la salud de tu boca.